sábado, 9 de enero de 2010

Aquella mañana

Aquella mañana fría se le helaron los pies y le costó sacudírselos. La cabeza funcionaba a otra temperatura muy diferente. Pero no sabía qué quería con la claridad deseada. Golpeó el suelo con insistencia, como si estuviera llamando al vecino de abajo para llamarle la atención y se sintió mejor.
  • ¡Demonios! Lo que tengo que hacer aquí está claro.

Salió por la puerta lateral disparado, una exhalación casi final. Provocó un viento de cierto empuje y mariposas de papeles revolotearon dentro y ya fuera en la calle, donde peatones normales se convirtieron en escurridizos de mirada entre temorosa e interrogante.

¿Había llegado la hora?