Como si fuera un hijo pródigo, se acerca al papel de otros momentos. Nada ha sido en balde. Ha practicado por el camino. Ha trabajado en otros campos. Otras huertas. El sol se le ha pegado al rostro. Le ha cambiado el tono. Posiblemente también el ritmo. Ha soñado otros sueños. Se le han pegado los pies a la tierra más de lo que estaban. Ha desarrollado algunos instintos, otras sensibilidades. Duda del lugar. Pierde el sentido de la orientación. Extiende los sensores y tantea el camino. No sabe si besar el suelo.